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martes, 22 de septiembre de 2015

La Revolución Industrial

LECTURA GUÍA DEL TEMA GENERAL. 

                                                                  La Revolución industrial
Pintura alusiva al período de industrialización.

(…) La Revolución industrial fue un proceso que tuvo su origen en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII, y que consistió en un acelerado crecimiento económico, acompañado de grandes transformaciones sociales y tecnológicas, así como cambios en el sistema de producción, en la organización del trabajo y en la vida de las personas. Por primera vez, una sociedad superó los límites de la economía agraria e inició una constante y rápida producción masiva de manufacturas a un bajo costo, obteniendo grandes beneficios económicos.

Este fenómeno se produjo gracias al cambio en las tradicionales relaciones serviles feudales, promovido por la protoindustria. En este sistema, un comerciante distribuía materias primas como lana en bruto e hilo, y en ocasiones equipos y herramientas, para que unos artesanos rurales especializados, las trabajaran y le entregaran luego los productos elaborados. Éstos finalmente eran vendidos en los nacientes mercados urbanos, y los artesanos recibían a cambio un pago en dinero o salario.

Localización de los principales centros industriales británicos.
Contexto geográfico de la Revolución industrial

Para el siglo XVIII, Gran Bretaña comprendía los reinos de Inglaterra, Irlanda y Escocia, que se unió en 1707. Actualmente, está formada por dos islas principales al noroeste de Europa, y se encuentra rodeada por el Océano Atlántico, el mar del Norte y el canal de la Mancha, que la separa del continente europeo.

Las industrias textiles, de hierro y de carbón, se concentraron en el condado de Lancashire y las ciudades de Manchester, Leeds, Sheffield, Bristol, Birmingham, Derby, Glasgow, Edimburgo, Newcastle y Londres.

Su posición geográfica, así como el desarrollo de una gran flota mercantil y una poderosa Armada Real que se impuso a otros países europeos, le permitió a Gran Bretaña dominar los mares y las rutas comerciales marítimas más importantes.

Revoluciones burguesas

Parlamento inglés.
Para el siglo XVII, Gran Bretaña era gobernada por una monarquía absolutista. Sin embargo, la burguesía mercantil en ascenso buscaba participar en el gobierno. Sus esfuerzos culminaron en 1688 cuando, en un acuerdo con los nobles, derrocó al rey Jacobo II. Así nació el sistema de monarquía parlamentaria, es decir, el gobierno compartido de la Corona y el Parlamento. Este se dividió en la cámara de los Lores, conformada por los nobles, y la cámara de los Comunes, integrada por los burgueses. Además se adoptó la Declaración de Derechos, con la cual se subordinaba el poder ejecutivo al poder legislativo.

Vocabulario de términos
Monarquía absoluta: es una forma de gobierno en la que el monarca o rey ostenta el poder absoluto. No existe en ella los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. 

Cambios en la propiedad de la tierra

Desde el siglo XVII, los grandes terratenientes fueron acumulando cada vez más tierras comunales, bosques, terrenos arables y otros dedicados al pastoreo. Con la Ley de Cercamientos de 1727, se legalizaron estas apropiaciones. En 1820, solo el 3% de las tierras estaban sin cercar. Los terratenientes fueron implementando una agricultura para el mercado, en lugar del sistema de autosuficiencia. Además, muchos campesinos fueron expulsados de sus tierras, por lo que tuvieron que vender su fuerza de trabajo para subsistir, aumentando el número de trabajadores asalariados.

Revolución agrícola

Desde 1720 se experimentó un incremento de la producción de alimentos, gracias a la mayor productividad de la tierra. Esto se debió a nuevas técnicas de producción agrícola como el uso de abonos de origen animal, la incorporación de nuevas plantas como el maíz y las patatas, y el uso de herramientas de hierro para el arado. La agricultura británica pudo alimentar a una creciente población no agraria, que ahora migraban hacia las ciudades en busca de nuevos empleos.

Explotación agrícola inglesa.
Revolución demográfica

Gracias a las mejoras en la salubridad y en la producción agrícola, la tasa de mortalidad disminuyó y se presentó un ritmo sostenido de crecimiento de la población a partir de 1740. Se pasó de 6,5 millones de habitantes en 1750, a 9,3 millones en 1801, y más de 16 millones en 1841. Esta explosión demográfica representó un aumento en la demanda de alimentos, productos manufacturados y combustibles.





Comerciantes ingleses.
Fundamentos de la Revolución industrial

El proceso de industrialización británico se apoyó en un mercado interior bastante desarrollado, una posición hegemónica en el mercado mundial y el respaldo del gobierno.

El mercado interno

Gran Bretaña desarrolló internamente una economía de mercado, con productos y servicios para la circulación mercantil, y un sector manufacturero en crecimiento que pudo ir acumulando capital para la inversión en equipos tecnológicos. Se construyeron canales, carreteras y puentes, para mejorar el transporte y la comunicación en el interior de la isla, conectando las ciudades para conformar un mercado nacional amplio. Además, se eliminaron las antiguas trabas feudales como las aduanas internas y los pagos de permiso de paso por las tierras de los grandes señores. De esta manera, podía circular libremente la creciente producción de carbón, hierro, alimentos y manufacturas.

La Armada Real Británica.
El mercado externo

Gracias a su poder naval, Gran Bretaña consolidó un vasto imperio que le aseguró el suministro de materias primas, y el monopolio sobre amplios mercados coloniales. De Asia, África y América, obtenía algodón, azúcar, té y tabaco, al tiempo que satisfacía la creciente demanda, primero de telas de algodón, y luego de capitales para invertir en el sector productivo. El comercio colonial intensificó la esclavitud, desde los proveedores de esclavos y de productos para su manutención, hasta su explotación en tareas agrícolas y mineras en las colonias.

El gobierno

Los comerciantes estaban bien representados en el gobierno y, poco a poco, los intereses crecientes de los manufactureros también fueron impulsados. La política imperial y las guerras se orientaron a eliminar la competencia y a aumentar las exportaciones británicas. Por ejemplo, en 1700 se prohibió la entrada de textiles de la India, y en 1813 se obligó a esta colonia a importar masivamente tejidos de algodón del Lancashire. Asimismo, el gobierno impulsó la innovación técnica en barcos y cañones, con lo cual se promovió el desarrollo de industrias como el hierro y el carbón.

Vocabulario de términos
Acumulación de capital: es el proceso en el cual los propietarios de los medios de producción, las herramientas, equipos y la tierra, se quedan con una parte del valor producido por la fuerza de trabajo de los obreros.
Hegemonía mercantil: supremacía o superioridad económica que una nación dominante ejerce sobre otras naciones más débiles.


Principales cambios en la Revolución industrial

Avances tecnológicos
Barco de vapor
La aparición de las máquinas significó una gran ruptura con las tradicionales formas de producción. Los primeros avances técnicos fueron sencillos y baratos, aplicando los conocimientos científicos y las fuentes de energía que ya se conocían, como la hidráulica y el vapor. Gracias a estos adelantos, se multiplicó la producción en las industrias textil y pesada.

Inventos como el torno de hilar, en 1764, y el telar hidráulico, en 1769, superaron las técnicas manuales y especializaron la mano de obra. Sin embargo, el invento que revolucionó la producción fue la máquina de vapor de Watt y Boulton. Este avance se aplicó a la minería, a los textiles y a los transportes, con la invención del barco de vapor y el ferrocarril.

Nueva organización del trabajo
Industria textil del siglo XIX.

La producción industrial que remplazó al taller y a la familia se concentró en las fábricas. Estas eran espacios donde se combinaban las máquinas con los obreros especializados asalariados, quienes se enfrentaron a un nuevo modo de vida: un ritmo de trabajo con jornadas de 12 a 16 horas diarias, en muy malas condiciones, sometidos a la disciplina laboral del patrón, con bajos salarios y el riesgo permanente de perder el empleo. Aunque inicialmente se ubicaron en el campo, luego se instalaron y crecieron en las ciudades.

Urbanización

Los cambios en la estructura agraria y la proliferación de industrias en las ciudades estimularon un fuerte proceso de urbanización desde finales del siglo XVIII y todo el XIX.
Londres a mediados del siglo XIX.



Las ciudades industriales crecieron de manera desordenada, y se caracterizaron por los barrios obreros, muy pobres, contaminados y con graves problemas de salubridad.

Estos centros urbanos ampliaron la demanda de artículos y productos elaborados en el mercado interior británico. Por ejemplo, el carbón se utilizaba como calefacción en los hogares y, para 1842 este uso doméstico consumía 20 de las 30 millones de toneladas anuales que producían las minas británicas.



Para saber más 

Las mujeres y los niños fueron empleados masivamente en las fábricas y en las minas de carbón. Recibían menores salarios que los hombres y vivían en condiciones inhumanas, con mala alimentación, trabajando casi sin descanso y en pésimas condiciones higiénicas. Para 1823, solo un 23% de los tejedores en fábricas, eran hombres adultos.

Máquina de hilar.
Fases de la Revolución industrial

La Revolución industrial se divide en dos grandes fases comprendidas entre 1780 y 1895. Durante este período, que abarca más de cien años, se desarrollaron grandes avances técnicos.

Primera fase (1780-1840)

Este período se basó en la industria del algodón, la cual creció y dinamizó toda la economía británica. Ciudades como Manchester, Leeds y Salford, se llenaron de fábricas dedicadas a su producción. Sin embargo, se mantuvieron regiones y empresas especializadas por toda Gran Bretaña: hiladoras, tejedoras, tintoreras, blanqueadoras y estampadoras.

Esta industria creció por la exportación hacia mercados coloniales, mientras que en el interior tenía un mercado protegido, y fue remplazando al lino y a la lana. En 1830 constituía la mitad del valor de todas las exportaciones británicas y la quinta parte de las importaciones, principalmente de las plantaciones esclavistas de Estados Unidos.


La industria textil basada en el algodón permitió una gran acumulación de capital, extendió la mecanización y el trabajo en las fábricas, al tiempo que estimuló otras industrias: carbón, hierro y química, esta última para el blanqueado y el teñido de las telas.

¿Sabías que...?
Muchas industrias como la de utensilios domésticos, el calzado o la construcción, mantuvieron el método tradicional de producción hasta mediados del siglo XIX. Especializaron y empobrecieron a sus trabajadores para satisfacer la demanda. Otras industrias, como la del metal en Sheffield, utilizaron máquinas, incluso de vapor, pero bajo el sistema de producción doméstico y artesanal.

Mujeres trabajando con un telar rústico.
Los cambios tecnológicos

Los inventos en esta industria respondieron a los desequilibrios creados en su producción, pues en principio era mayor la eficiencia del tejido que del hilado. Con la invención del telar manual, acelerado por la “lanzadera volante”, el torno de hilar no dio abasto a los tejedores. Para equilibrar el proceso se inventaron tres máquinas: la spinning-jenny de la década de 1760, que permitía hilar manualmente varios cordones, la wáter-frame de 1768, que combinaba la idea de la spinning con una serie de rodillos y husos, y la mule de 1780, que combinaba las anteriores y funcionaba con vapor.

El tejido se mantuvo multiplicando los telares y tejedores manuales, sin embargo en 1785, se inventó el telar mecánico, que utilizaba la potencia del agua y luego del vapor. Estos telares pasaron de ser 2.400 en 1813, a 85.000 en 1833 y 224.000 en 1850, lo que significó el despido de miles de tejedores manuales.

Segunda fase (1840-1895)
Explotación y transporte de carbón,
una de las industrias más pujantes en el siglo XIX   

En esta fase se desarrollaron las llamadas industrias pesadas: carbón, hierro y acero. Estas industrias permitieron la formación, la consolidación, el desarrollo y la difusión de la industrialización, con un fuerte empleo de mano de obra y la inversión de capitales británicos en el exterior.

Gran Bretaña contó con abundantes reservas de carbón, que eran explotadas por grandes grupos de mineros. Con la creciente demanda, se cavaron túneles más profundos y se desarrolló el transporte del mineral hasta la boca de la mina y, de allí, a las fábricas, los hogares y los puertos. Se usaron carros sobre rieles, primero tirados por caballos y luego por locomotoras, máquinas que aprovechaban la energía del vapor. Aunque el transporte del carbón al interior de las minas no fue repentino, permitió agilizar su transporte.

Esta máquina se perfeccionó y evolucionó hacia los ferrocarriles, los cuales, junto con el barco de vapor, revolucionaron el transporte en el siglo XIX. Los ferrocarriles consolidaron la producción de hierro y carbón, a la vez que ampliaron sus mercados externos, emplearon muchos obreros asalariados, absorbieron capitales y transformaron la concepción sobre las distancias y la comunicación. La construcción de ferrocarriles se extendió por todo el mundo. Fueron financiados con capital británico, construidos con materiales y equipo de la isla y, frecuentemente, asesorados por técnicos de este país.

La industria del hierro disfrutó una serie de mejoras técnicas. En 1713 se comenzó a usar el carbón mineral o de coque, en la fundición del hierro en los altos hornos. En la década de 1780, se crearon los métodos de pudelaje y laminado, para un mejor manejo y trabajo del mineral. En 1829 se empieza a usar la inyección de aire caliente en el horno, utilizando una bomba de vapor, para una mayor combustión y un ahorro de combustible. Esta industria contó con una diversa demanda interior: máquinas, herramientas, puentes, rieles, tuberías, materiales de construcción y utensilios domésticos.

Puente del siglo XIX, construido en hierro. 
El acero fue ganando espacio con la invención del convertidor Bessemer en 1850, con el uso del horno de reverbero desde la década de 1860, y con el proceso de revestimiento básico de finales de la década de 1870. Estos avances permitieron una producción masiva del acero, que por ser más resistente y duradero, sustituyó al hierro en las industrias de transporte, construcción y elaboración de partes para las locomotoras. La producción masiva de acero dio un giro a la tecnología y la industria de aquella época.



Fuente Bibliográfica: Caballero Escorcia, Boris Alexander (ed.). Hipertexto santillana sociales 8. Bogotá: Ed. Santillana, 2010. pags: 12-17   

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