supremacía o superioridad económica que una nación dominante
ejerce sobre otras naciones más débiles.
La aparición de las máquinas
significó una gran ruptura con las tradicionales formas de producción. Los
primeros avances técnicos fueron sencillos y baratos, aplicando los
conocimientos científicos y las fuentes de energía que ya se conocían, como la
hidráulica y el vapor. Gracias a estos adelantos, se multiplicó la
producción en las industrias textil y pesada.
La producción industrial que
remplazó al taller y a la familia se concentró en las fábricas. Estas
eran espacios donde se combinaban las máquinas con los obreros especializados
asalariados, quienes se enfrentaron a un nuevo modo de vida: un ritmo de
trabajo con jornadas de 12 a 16 horas diarias, en muy malas condiciones, sometidos
a la disciplina laboral del patrón, con bajos salarios y el riesgo permanente
de perder el empleo. Aunque inicialmente se ubicaron en el campo, luego se
instalaron y crecieron en las ciudades.
Las ciudades industriales
crecieron de manera desordenada, y se caracterizaron por los barrios obreros,
muy pobres, contaminados y con graves problemas de salubridad.
Estos centros urbanos ampliaron
la demanda de artículos y productos elaborados en el mercado interior
británico. Por ejemplo, el carbón se utilizaba como calefacción en los hogares
y, para 1842 este uso doméstico consumía 20 de las 30 millones de toneladas
anuales que producían las minas británicas.
Las mujeres y los niños fueron
empleados masivamente en las fábricas y en las minas de carbón. Recibían menores
salarios que los hombres y vivían en condiciones inhumanas, con mala
alimentación, trabajando casi sin descanso y en pésimas condiciones higiénicas.
Para 1823, solo un 23% de los tejedores en fábricas, eran hombres adultos.
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Máquina de hilar.
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Fases de la Revolución industrial
La Revolución industrial se
divide en dos grandes fases comprendidas entre 1780 y 1895. Durante este
período, que abarca más de cien años, se desarrollaron grandes avances
técnicos.
Primera fase
(1780-1840)
Este período se basó en la industria
del algodón, la cual creció y dinamizó toda la economía británica. Ciudades como
Manchester, Leeds y Salford, se llenaron de fábricas
dedicadas a su producción. Sin embargo, se mantuvieron regiones y empresas
especializadas por toda Gran Bretaña: hiladoras, tejedoras, tintoreras, blanqueadoras
y estampadoras.
Esta industria creció por la
exportación hacia mercados coloniales, mientras que en el interior tenía un mercado
protegido, y fue remplazando al lino y a la lana. En 1830 constituía la mitad del
valor de todas las exportaciones británicas y la quinta parte de las
importaciones, principalmente de las plantaciones esclavistas de Estados
Unidos.
La industria textil basada en el
algodón permitió una gran acumulación de capital, extendió la mecanización y el
trabajo en las fábricas, al tiempo que estimuló otras industrias: carbón,
hierro y química, esta última para el blanqueado y el teñido de las telas.
¿Sabías que...?
Muchas industrias como la de
utensilios domésticos, el calzado o la construcción, mantuvieron el método
tradicional de producción hasta mediados del siglo XIX. Especializaron y
empobrecieron a sus trabajadores para satisfacer la demanda. Otras industrias,
como la del metal en Sheffield, utilizaron máquinas, incluso de vapor, pero
bajo el sistema de producción doméstico y artesanal.
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Mujeres trabajando con un
telar rústico.
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Los cambios
tecnológicos
Los inventos en esta industria
respondieron a los desequilibrios creados en su producción, pues en principio
era mayor la eficiencia del tejido que del hilado. Con la invención del telar
manual, acelerado por la “lanzadera volante”, el torno de
hilar no dio abasto a los tejedores. Para equilibrar el proceso se
inventaron tres máquinas: la spinning-jenny de la década de 1760, que
permitía hilar manualmente varios cordones, la wáter-frame de 1768, que
combinaba la idea de la spinning con una serie de rodillos y husos, y la mule
de 1780, que combinaba las anteriores y funcionaba con vapor.
El tejido se mantuvo
multiplicando los telares y tejedores manuales, sin embargo en 1785, se inventó
el telar mecánico, que utilizaba la potencia del agua y luego del
vapor. Estos telares pasaron de ser 2.400 en 1813, a 85.000 en 1833 y 224.000
en 1850, lo que significó el despido de miles de tejedores manuales.
Segunda fase
(1840-1895)
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Explotación y transporte de carbón, una de las industrias más pujantes en el siglo XIX |
En esta fase se desarrollaron las
llamadas industrias pesadas: carbón, hierro y acero. Estas
industrias permitieron la formación, la consolidación, el desarrollo y la
difusión de la industrialización, con un fuerte empleo de mano de obra y la
inversión de capitales británicos en el exterior.
Gran Bretaña contó con abundantes
reservas de carbón, que eran explotadas por grandes grupos de mineros. Con la
creciente demanda, se cavaron túneles más profundos y se desarrolló el
transporte del mineral hasta la boca de la mina y, de allí, a las fábricas, los
hogares y los puertos. Se usaron carros sobre rieles, primero tirados por
caballos y luego por locomotoras, máquinas que aprovechaban la energía
del vapor. Aunque el transporte del carbón al interior de las minas no fue
repentino, permitió agilizar su transporte.
Esta máquina se perfeccionó y
evolucionó hacia los ferrocarriles, los cuales, junto con el barco de
vapor, revolucionaron el transporte en el siglo XIX. Los ferrocarriles consolidaron
la producción de hierro y carbón, a la vez que ampliaron sus mercados externos,
emplearon muchos obreros asalariados, absorbieron capitales y transformaron la
concepción sobre las distancias y la comunicación. La construcción de
ferrocarriles se extendió por todo el mundo. Fueron financiados con capital
británico, construidos con materiales y equipo de la isla y, frecuentemente,
asesorados por técnicos de este país.
La industria del hierro disfrutó
una serie de mejoras técnicas. En 1713 se comenzó a usar el carbón mineral o de
coque, en la fundición del hierro en los altos hornos. En la
década de 1780, se crearon los métodos de pudelaje y laminado, para un mejor
manejo y trabajo del mineral. En 1829 se empieza a usar la inyección de aire
caliente en el horno, utilizando una bomba de vapor, para una mayor combustión
y un ahorro de combustible. Esta industria contó con una diversa demanda interior:
máquinas, herramientas, puentes, rieles, tuberías, materiales de construcción y
utensilios domésticos.
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Puente del siglo XIX, construido en hierro. |
El acero fue ganando espacio con
la invención del convertidor Bessemer en 1850, con el uso del horno de
reverbero desde la década de 1860, y con el proceso de revestimiento básico de
finales de la década de 1870. Estos avances permitieron una producción masiva
del acero, que por ser más resistente y duradero, sustituyó al hierro en las
industrias de transporte, construcción y elaboración de partes para las
locomotoras. La producción masiva de acero dio un giro a la tecnología y la
industria de aquella época.
Fuente Bibliográfica: Caballero Escorcia, Boris Alexander (ed.). Hipertexto santillana sociales 8. Bogotá: Ed. Santillana, 2010. pags: 12-17